LA BATALLA DE LA EPIFANÍA. BARGAS TOLEDO

REY DON JUAN II DE CASTILLA, BATALLA EN LAS TIERRAS DE BARGAS


LA BATALLA DE LA EPIFANÍA
D. Juan II de Castilla, padre de Isabel la Católica, se trasladó hasta Bargas, con más de 30 caballeros el día de la Epifanía de 1441, hallábase entonces Castilla más turbada que jamás.
Cada ciudad había caído en poder de una facción o de un Rey extraño, y el citado Don Juan II, erraba de aldea en aldea, sin mesa en donde yantar ni cama donde dormir.
D. Alvaro estaba semidesterrado y Don Enrique de Aragón, Maestre de Santiago primo del Rey y hermano de su esposa dominaba Toledo, después de apoderarse del Alcázar, merced a debilidad o complacencia desleal de su alcaide Pedro López de Ayala.
Las órdenes y conminaciones del Rey fueron burladas y desatendidas, por lo que D. Juan decidió presentarse ante Toledo, acompañado de un séquito menguado de caballeros en el que figuraba el Conde de Ribadeo.
Al efecto partió de Arévalo el miércoles 4 de Enero del año 1441, y fué ese día a dormir a Avila, e iba con él el Príncipe; y otro día fué a dormir a Méntrida que esta a catorce leguas de Avila, y allí acordó el Rey que el Principe se fuese a Madrid y envió al Infante un Doncel suyo llamado Francisco de Bocanegra con una carta de creencia, por la cual envió decir que porque él entendía ser asi cumplidero a su servicio, bien, paz y sosiego de sus Reinos y de la ciudad de Toledo, había deliberado de venir a ella, y al día siguiente estaría allí.
Suplicaba al Infante aragonés entregársela y no juntar gente sin su licencia y salir de la ciudad. Con gran arrogancia contestó el Infante que el Rey le hallaría dentro de la ciudad.
Aún intentó el Rey conciliar las cosas con un nuevo mensaje, pero el Alcaide Ayala, se negó a recibirlo. Visto lo cual, el
Rey avanzó desde Bargas a Toledo con sus treinta caballeros. Y estando allí
el Rey, el Infante salió de la ciudad a caballo, armado de todo arnés con hasta doscientos hombres de armas, y se puso en batalla cerca de la ciudad en
vista del Rey. Después de los parlamentos que usualmente precedían en aquellos tiempos al chocar de las espadas, se trabó el combate.
Los leales del Rey obligaron al Infante a meterse en Toledo con su gente, y sólo entonces abandonaron la lucha dirigiéndose desde Bargas a Torrijos.
María Victoria Gómez Martín Abad

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