SAN EUGENIO EN BARGAS
Eugenio (año 68 a 103) Según la tradición leyenda, murió mártir en la aldea de Deuil, cerca de París, bajo la persecución de Domiciano, su cadáver fue arrojado a un lago (du Marchais) cercano, del cual según la leyenda doscientos años después le sacó por revelación divina, un tal Ercoldo o Marcoldo, dándole sepultura en Deuil.
Allí estuvo hasta el siglo X en que fue trasladado a la célebre abadía de San Denís, panteón de los reyes de Francia.
El pueblo de Toledo desconocía todo esto, hasta que en una visita a Francia se enteró Raimundo arzobispo de Toledo 1124/1152.
En 1156 Alfonso VII, consiguió que de Francia le mandasen un brazo del Santo para la iglesia de Toledo, pero los toledanos pedían más, y 409 años después en el siglo XVI, lograron que Carlos IX rey de Francia, entregara a Felipe II nuestro rey el resto del cuerpo.
En el año 1565, el día 18 de noviembre, los restos de San Eugenio, primer
arzobispo, mártir siglo I y patrón de Toledo, volvían desde Francia después de siglos a Toledo.
Los restos de San Eugenio habían estado en el monasterio de San Denís, en Francia, el cardenal francés Lorena se negaba a devolverlos a Toledo, pues eran muy venerados en el país vecino, pero después del matrimonio del rey con Isabel de Valois, francesa, (que casualmente también pernocto en Bargas, cinco años antes) y de diversas gestiones diplomáticas, los huesos volvieron a Toledo. Entraron por Irún el 9 de Mayo, por Francia viajaron con todo disimulo para que el pueblo no se enterase, fueron a San Sebastián, Santa Gadea, Somosierra, Uceda, Torrelaguna y a partir de aquí ya se prescindió de todo misterio.
Se dejaron en ese último lugar durante tres meses, hasta que la reina Isabel volviese de Francia.
El 10 de noviembre, el santo sepulcro, colocado en una litera continuó su viaje pasando por Talamanca, Daganzo, Alcalá de Henares, Getafe, Illescas y Bargas.
Se dijo entonces que estos huesos enriquecieron a la Metrópoli de la Iglesia Católica española.
Los restos habían llegado el viernes 16 a Bargas, fueron depositados en la iglesia, donde también hizo noche la comitiva, que se componía de una comisión del Cabildo y una de Racioneros, algunos de los cuales llevaban delante la mitra, el báculo y la cruz arzobispal, y una sección de la capilla con música y cantores.
Traían la caja en una litera forrada de terciopelo encarnado con franjas y fleco de oro sobre dos mulas con gualdrapas y flecos a juego.
Pasaron allí el sábado 17 todo el dia y la noche, hasta la mañana del domingo 18 para entrar a Toledo, llevados a hombros desde Bargas.
Estando el Santo cuerpo en dicho lugar de Bargas fueron desde Toledo y de otros lugares, mucha gente a visitarlo con gran devoción.
El sábado que allí estuvo predicó Fr. Tomás de Chaves, fraile dominico que fue dando sermones durante todo el tiempo mientras la gente acompañaba al Santo cantando y danzando.
Allí fueron a recogerlos, el clero, el rey Felipe II, su hijo Carlos, y los hijos del emperador Maximiliano II, Rodolfo y Alberto.
Desde Bargas salió a primera hora de la mañana en solemne procesión hasta Toledo.
Según se cuenta también, todos los lugares de la comarca quedaron despoblados, todo el mundo acudió a su encuentro a Toledo.
Las danzas que acompañaban a la procesión, estaban formadas por los gremios de los pueblos cercanos, como los de La Sagra, y las danzarinas eran hermosas mozas, con cara descubierta y bien ataviadas, de Bargas, Magán, Olías, Mocejón, etc.
La comitiva entró por la
puerta de Bisagra, donde se le recibió con artillería, Zocodover, calle Ancha, Solarejo, Alcaicerías, Lonja, plaza del Ayuntamiento, entrando en la Catedral por la Puerta del Perdón.
Traslado de las reliquias a Toledo, Cuadro de Francisco Bayeu.